BIOMETRIA HEMATICA


HEMOGLOBINA
Valores de referencia:
Mujeres: 12 -14 gr/dl
Mujeres embarazadas: 11-14 gr/dl
Hombres: 13-19gr/dl
Recién nacidos: 13.19gr/dl

HEMATOCRITO
Valores de referencia:
H= 47 +- 2.5
M= 42+- 2.5

CUENTA ERITROCITARIA
Valores de referencia:
Hombres 4.5 x 106 – 5.5 x 106 mm3
Mujeres 4.3 x 106 – 5.0 x 106 mm3

CUENTA LEUCOCITARIA
Valores de referencia:
Leucocitos:
    • Adultos: 5000 – 10 000 / mm3
    • Recién nacidos: 10 000 – 25 000 / mm3
    • Niños: 8000 – 15 000

CUENTA DIFERENCIAL LEUCOCITARIA
Valores de referencia:
Neutrófilos:
*En banda 0-11%
*Segmentados 25-62%
Eosinófilos: 0-2%
Basófilos: 0-1%
Linfocitos: 25-40%
Monocitos: 3-12%

CUENTA PLAQUETARIA
Valores de referencia:
150 mil- 450 mil /mm3

ELEMENTAL Y MICROSCÓPICO DE ORINA

El análisis de orina ha sido a través del tiempo el primero y más importante de los exámenes complementarios tenidos en cuenta para resolver los problemas médicos.

El análisis de orina consta de:
1. observación de la muestra;
2. examen químico y
3. examen microscópico.

1 . Observación de la muestra
Apariencia macroscópica
En muchos casos, la observación de la orina con luz natural y en un recipiente transparente permite realizar un diagnóstico presuntivo previo al análisis químico
y microscópico.

2. Examen químico
El examen químico habitualmente se realiza con tiras reactivas (Labstix, Multistix y otras) que contienen espacios con diferentes reactivos específicos, indicadores y buffers (pH, glucosa, hemoglobina, etc.).

Densidad
La densidad generalmente se obtiene mediante las tiras reactivas aunque la medición con el densímetro (examen físico) es un método más exacto. Indica la cantidad relativa de solutos que contiene un volumen definido de orina. El 70% a 80% de estos solutos corresponde a la urea. El rango del valor normal en pediatría es muy amplio: 1.003 g/l a 1.030 g/l. Los valores inferiores corresponden a los recién nacidos y lactantes, que generalmente oscilan entre 1.005 g/l a 1.010

g/l y para los niños mayores de 1.010 g/l a 1.025 g/l. Los valores ž1.023 indican una capacidad de concentración urinaria normal.

Los valores £ 1.005 g/l corresponden a hipostenuria, que puede producirse por una alteración de los mecanismos de concentración tubular o tubulointersticial, como ocurre en la pielonefritis, en las nefritis tubulointersticiales, tubulopatías, diabetes insípida nefrogénica o en la insuficiencia renal; otra situación corresponde a la respuesta que ofrece el riñón cuando tiene la capacidad de concentración urinaria normal y existe sobrecarga hídrica; en este caso, existe poliuria e hipostenuria (ingesta abundante de jugos diluidos, potomanía o intoxicación hídrica). Por último, cuando existe deficiencia de la hormona antidiurética, el volumen urinario supera los 3.000 ml/día y la densidad urinaria es cercana a 1.000 g/l (diabetes insípida central).
El valor ž1.025 g/l, como se observa normalmente en la primera orina del día, corresponde a una concentración comprometidos con la progresión a la insuficiencia renal crónica. En este período existe aumento de la excreción de albúmina que no puede ser detectada por los métodos comunes.

Por esta razón, debe ser dosada como microalbuminuria. El valor normal es £30 μg/minuto. El dosaje debe realizarse en orina de 24 horas. Será necesario investigarla especialmente en los pacientes que hayan sufrido síndrome urémico hemolítico, con hipertensión o con diabetes.
La proteinuria puede ser la expresión de una enfermedad renal, como ocurre en los síndromes nefrótico y nefrítico, en la nefropatía por reflujo o en la insuficiencia renal. Otras veces puede ser secundaria a una sobrecarga renal, como ocurre en el mieloma o en la leucemia, situaciones en las cuales el aumento de las proteínas filtradas por el riñón sobrepasa la capacidad
de reabsorción tubular.
La  b2 microglobulina es una proteína sérica de bajo peso molecular que se filtra por el riñón en un porcentaje inferior al 1% del valor de su nivel plasmático, se reabsorbe y metaboliza en el túbulo proximal; por lo tanto, constituye un buen marcador de disfunción tubular si la concentración urinaria supera los 350 μg/dl.

G l u c o s a
El valor normal de la glucosa en orina es £100 mg/dl (tira reactiva = 0). Su aparición puede deberse a dos factores: 1) disminución de la reabsorción tubular (tubulopatía proximal) y 2) niveles sanguíneos que superan el umbral renal, como la diabetes mellitus u otros estados hiperglucémicos.

C e t o n a s
Las cetonas aparecen en la orina cuando existe un metabolismo anormal o disminuido de carbohidratos, por lo cual es muy común hallarlas durante el ayuno, el ejercicio prolongado o cuando existen vómitos reiterados.
La única patología en la cual la cetonuria tiene importancia práctica es la diabete mellitus.

S a n g r e
La tira reactiva positiva indica tres posibilidades:1) hematuria, 2) hemoglobinuria o 3) mioglobinuria.  La observación del sedimento en la muestra de orina centrifugada orientará el diagnóstico. Si hay eritrocitos estamos en presencia de hematuria; en caso contrario deberá realizarse el diagnóstico diferencial entre hemoglobinuria y mioglobinuria para el cual podrá utilizarse cualquiera de los métodos que se enumeran a continuación: 1) se centrifuga una muestra de sangre y si el plasma es rosado existe hemólisis; por lo tanto, en orina hay hemoglobina (Hb); si el plasma es claro en orina hay mioglobina; 2) agregando sulfato de amonio (2,8 g) a 5 ml de orina centrifugada, se espera 5 minutos y se filtra. La Hb precipita y queda en el papel; la mioglobina no precipita, por lo tanto pasa libremente a través del filtro. La patología asociada a mioglobinuria es el daño muscular severo, que puede ser causado por convulsiones, ejercicio prolongado, shock eléctrico, politraumatismos severos e hipertermia maligna, en especial si existe una miopatía preexistente. La mioglobina es liberada por los músculos y es libremente filtrada por el riñón.
Cuando la cantidad filtrada de Hb o mioglobina es importante, puede desarrollarse insuficiencia renal aguda por obstrucción tubular.
La hemoglobinuria es secundaria a crisis hemolíticas de cualquier etiología.

B i l i r r u b i n a
La reacción positiva para la bilirrubina indica la presencia de enfermedades hepáticas.
La lectura de trazas de bilirrubina es suficiente para realizar una investigación en sangre con enzimas hepáticas.

U r o b i l i n ó g e n o
El urobilinógeno está presente en orina cuando en la sangre hay aumento de bilirrubina no conjugada, como ocurre en las anemias hemolíticas o en la hepatitis grave, aunque ya casi no se toma en cuenta porque el urobilinógeno se oxida rápidamente con el aire.

L e u c o c i t u r i a
Se detecta por la acción de la estearasa citoplasmática leucocitaria que produce la hidrólisis del reactivo de la tira y cambia el color.
Puede diagnosticarse un número anormal de leucocitos con un rango de sensibilidad de 70%-80%. En orinas muy alcalinas existe hemólisis de leucocitos, obteniéndose falsos positivos.

Nitritos
La enzima reductasa bacteriana metaboliza los nitratos urinarios en nitritos. Si la orina contiene un número importante de bacterias, por este método se podrá detectar bacteriuria con una sensibilidad del 50%.  Sin duda el examen microscópico es el mejor método para diagnosticar leucocituria y bacteriuria.

Falsos positivos y negativos de las tiras reactivas
Los factores más comunes que pueden alterar los resultados de las tiras reactivas son los siguientes: valores extremos de pH y densidad urinarios, oxidantes, antibióticos, ácido ascórbico, proteinuria, antisépticos y jabones.

3. Examen microscópico
C é l u l a s
Normalmente se observan varios tipos de células provenientes del sistema excretor; poca cantidad de células epiteliales, leucocitos £5/campo y hematíes 0 a 5/campo.

Glóbulos rojos
Los glóbulos rojos (GR) presentes en la orina pueden provenir de cualquier lugar del sistema urinario o genitales.
La hematuria microscópica corresponde a la presencia de un número ž5 de GR por campo. La observación de la morfología de los GR en el microscopio de fase es de gran ayuda para conocer el origen de la hematuria.
Los GR pequeños, dismórficos, en su mayoría acantocitos (forma peculiar que adopta el GR al atravesar la membrana basal del glomérulo) indican el origen glomerular.
Los hematíes dismóficos deben diferenciarse de los GR crenados. Estos últimos son GR que han sido hemolizados por cambios en la osmolaridad o en el pH urinario. En esta situación tendremos Hb positiva en la tira sin hematíes en el sedimento.
Los GR de mayor tamaño, eumórficos corresponden a la hematuria extraglomerular
o urológica.
En los últimos años se han desarrollado otros métodos para diagnosticar el origen de la hematuria. Algunos son el uso de la citometría de flujo urinaria y la medición del volumen corpuscular medio eritrocitario.
En la hematuria macroscópica, la presencia de cilindros hemáticos en la mayoría de los casos confirma su origen glomerular .
La mayoría de las glomerulopatías presentan hematuria glomerular.
Las causas más comunes de hematuria urológica (extraglomerular) son: hipercalciuria, traumatismos renales, infección urinaria (IU), litiasis y tumores.

P i o c i t o s
Los piocitos son leucocitos modificados e indican infección en cualquier lugar del sistema urinario, aunque su ausencia no la descarta.

L e u c o c i t o s
La patología más frecuente asociada a leucocituria (ž5 leucocitos por campo) es la infección urinaria.
Si la leucocituria es reiterada y los urocultivosson negativos deberán investigarse gérmenes que no desarrollan en medios comunes como el bacilo de Koch, los organismos anaeróbicos o las clamidias.
La leucocituria estéril puede estar presente en pacientes con deshidratación, litiasis, glomerulonefritis y en las nefritis tubulointersticiales secundarias a drogas en las cuales se observan, principalmente, eosinófilos.

Células tubulares
Más de 15 de estas células por campo indican lesión tubular, fundamentalmente necrosis tubular aguda. En el recién nacido el número de estas células puede estar aumentado.

Células escamosas
Aparecen en la orina cuando la muestra se contamina con secreciones vaginales o prepuciales.

B a c t e r i a s
La presencia de bacterias con sedimento normal indica bacteriuria asintomática o contaminación, especialmente si el urocultivo es positivo para flora polimicrobiana.

C i l i n d r o s
Los cilindros se originan en los túbulos renales y presentan una matriz común que es la mucoproteína de Tamm-Horsfall. Los cilindros hialinos se forman por la precipitación de las proteínas en la luz del túbulo renal y normalmente no se encuentran en el examen microscópico. Se observan en las glomerulopatías y en forma transitoria pueden verse en la deshidratación y la fiebre. Los cilindros celulares, compuestos por células epiteliales tubulares se transforman en granulares (células tubulares necrosadas o leucocitos) debido al trayecto lento que realizan a través del túbulo. Se ven en la mayoría de las enfermedades renales.

C r i s t a l e s
El tipo de cristales observado en la orina depende del pH urinario. Usualmente en las orinas ácidas se ven cristales de oxalato de calcio, ácido úrico o uratos. En orinas alcalinas se pueden encontrar cristales de fosfatos y de carbonato de calcio. Los únicos cristales que indican patologías son los de cistina, leucina, tirosina y colesterol.

EXAMEN DE HECES
El examen de heces tiene su máxima indicación clínica en las diarreas crónicas, y en general interesa en aquellos procesos que cursan con insuficiencia digestiva o en los que se busca el germen o parásito de la enfermedad.
Comprende la observación directa, macroscópica y el análisis químico, bacteriológico y parasitológico de la deposición, ya sea espontánea o, mejor, después de una comida de prueba.  Ejemplo:
Desayuno. Un tazón de leche con malta y azúcar. Pan blanco, ligeramente tostado, untado con mantequilla.
Comida. Un plato de puré de patatas, espeso.  Un bistec de ternera de 150 g. algo crudo por dentro. Un huevo pasado ligeramente por agua en tortilla blanda. Pan blanco con mantequilla. Sin postres de ninguna clase.
Merienda. (Si tiene costumbre). Igual que el desayuno.
Cena. Igual que la comida, menos la carne.
Conviene evitar que se mezcle orina con la deposición, y el clínico la examinará por sí mismo antes de recoger la muestra para el laboratorio.
I. Caracteres macroscópicos
1) Cantidad. Depende fundamentalmente de los residuos alimenticios procedentes de la dieta, según su contenido en verduras y frutas, es decir, en celulosa. Y de la existencia de estreñimiento o diarrea en el enfermo.
Por término medio, y con una alimentación corriente, se eliminan normalmente entre 150 y 250 g por día de heces.  Con un régimen vegetariano se llega a 370 g., más, mientras que con un régimen cárneo se excretan sólo unos 60 g. diarios.
En estado patológico pueden alcanzar las deposiciones un peso superior al kilogramo diario, y si se trata de diarreas agudas graves, pueden eliminarse varios litros diarios.
A) Aumentos excesivos se observan:
          a) Típicamente en la enfermedad de Hirchsprung o megacolon congénito.  Se caracteriza por la eliminación espaciada (cada 10 ó 15 días) de una deposición abundantisima, que suele rebasar los 300 g. en peso (tengamos en cuenta que se da predominantemente en niños).
      b) Son especialmente voluminosas las heces en los enfermos con esteatorrea de cualquier origen: pancreática, disabsortiva, etc.
        c) En la aceleración del tránsito intestinal: fístulas gastrocólicas, hiperquínesias, etc., así como en los defectos de absorción y en los síndromes de hipersecreción, todo lo cual es a su vez causa de diarrea, es decir, fluidificación de las heces, por lo que este apartado prácticamente se confunde con ella.
B) La disminución se presenta en el estreñimiento y en todos los procesos que a él conducen.  En los tumores de intestino grueso y recto que cursan con estrechamiento de la luz intestinal.  En todos los procesos que conducen al íleo (mecánico o dinámico).
En realidad, no sólo se produce un todas ellas menor cantidad, sino -lo que tiene más valor clínico -disminución del número de deposiciones (estreñimiento propiamente dicho).
2) Consistencia. Normalmente, la deposición debe ser sólida y "formada", es decir, cilíndrica y consistente para mantener esta forma después de excretada.  El régimen de prueba sin celulosa puede dar lugar a unas heces algo más blandas, pero normales.
Los estreñidos eliminan deposiciones pequeñas, duras, y a menudo "en bolas" o "caprinas".  Las falsas diarreas de los constipados se caracterizan por la deposición mixta, compacta la primera parte y pastosa el final.
Son fluidas, pastosas o líquidas las heces en las diarreas.  En el cólera se han comparado con la "sopa de arroz", y en la tifoidea con el "puré de guisantes", pero esta última es inconstante en su presentación. Parece una "papilla" la deposición de los enfermos con insuficiencia gástrica descompensada.  Es cremosa y pegajosa, como "mantequilla", en las esteatorreas de origen biliar, pancreático o entérico (esprue y diarreas esprueiformes en el adulto, celiaquía del niño).  Pegajosa y oscuras, como alquitrán, son generalmente las heces de las melenas. Pastosa y esponjada, espumosa, es la deposición en la llamada dispepsia de fermentación.  Son apreciables los restos groseros de alimentos en la "lienteria" por tránsito rápido, especialmente en la insuficiencia gástrica.
Deposiciones acintadas, en lápiz, aparecen en las estenosis del colon distal o recto.
3) Color. Normalmente y con dieta mixta, la deposición es de color pardo o marrón más o menos oscuro en el adulto, oscureciéndose a medida que pasa el tiempo expuesta al aire.  Con dieta láctea y en los lactantes es amarillo canario.  Con dieta cárnea se hace marrón oscuro.  Una alimentación rica en verduras (espinacas especialmente) tiñe las heces de un color verdoso, mientras que si preponderan las patatas y el pan, las heces se aclaran hacia un marrón amarillento.  El régimen de prueba antedicho tiende a producir heces de color ocre, normales.  Un exceso de café oscurece la deposición.
En general, las heces duras de los estreñidos son más oscuras que normalmente, y las deposiciones diarreicas suelen ser más claras, aunque en esto último hay numerosas excepciones.
Blanco-grisáceas, de color ceniza, son las heces en la acolia de las ictericias obstructivas y de la fase aguda de las hepáticas, con lo que su aspecto se ha comparado con la masilla.  La ingestión de papilla de bario puede producir el mismo efecto.
Amarillentas, con diferentes matices, son las heces en las "diarreas de fermentación" y en las esteatorreas del esprue, insuficiencia pancreática, etc. Los demás caracteres físicos distinguen unas y otras.  El ruibarbo, sen, santonina y otros medicamentos tiñen de amarillo las deposiciones.
Como yema de huevo son las heces procedentes de un tránsito acelerado a partir de las partes más altas del intestino delgado.
De color verde, por la biliverdina, aparecen otras veces las deposiciones por paso rápido global en las diarreas duodenales ("diarrea yeyunal" de Nothnagel).  Ya hemos dicho que un exceso de vegetales clorofílicos dan un tono verdoso a las heces, y los mismo sucede si el sujeto toma calomelanos.  En los lactantes son frecuentes las diarreas verdes, pero es normal que en los niños criados al pecho las deposiciones se tornen verdes al contacto del aire.
Rojizas, irregularmente, son las deposiciones que contienen sangre no transformada, de origen bajo (hemorroides, tumores de colon distal, etc.).  La hematina puede dar un color pardo-rojizo a las heces.
De color pardo suelen ser las diarreas gastrógenos.  Pardo oscuras son las heces de putrefacción que aparecen en distintos procesos (colitis, cáncer, uremia, etc.), o las debidas a pleiocromia por exceso de bilis, en la ictericia hemolítica.
Negruzcas y pastosas, pegadizas, como pez o alquitrán, son típicamente las heces en las "melenas" -de ahí su nombre-, es decir, en las hemorragias digestivas altas.  De color negro son también las deposiciones después de la ingestión de morcilla o sangre, moras, mosto de uva, vino tinto, etc., o de tomar preparados de carbón, hierro, bismuto, sales de plata, etc.
No hace falta recurrir al laboratorio cuando la sangre inalterada es reconocible a simple vista embadurnando la deposición (sangre de origen bajo: hemorroides, etc.), ni tampoco en los casos de hemorragias altas abundantes con heces negras y pegajosas, como alquitrán.
La sangre en heces puede proceder de un cáncer de esófago, varices esofágicas (cirrosis hepática), ulcus gastroduodenal, carcinoma gástrico, ulceraciones intestinales (tifoidea, tuberculosis, colitis ulcerosa), infarto mesentérico, invaginación intestinal, cáncer de colon, poliposis, hemorroides.
4) Olor. El olor fecal, característico, se hace fétido en todos los procesos que cursan con petrufacción de las proteínas ingeridas o endógenas (lo cual puede ocurrir, aunque no obligadamente, en pacientes con insuficiencia gástrica, biliar o pancreática, colitis, cáncer, etc.), y sobre todo en las melenas, en el cáncer de colon y en el absceso abierto en el intestino grueso.  En la acolia es desagradable, pero no hediondo.
De olor rancio, agrio, son las "diarreas de fermentación" con tránsito rápido a partir del ciego.  Inodoras se vuelven las deposiciones durante las curas con antibióticos intestinales.  De olor amoniacal son las diarreas urémicas y en las fístulas rectovesicales.
5) Moco. Su aparición en las deposiciones suele ser reconocible ya macroscópicamente, por lo menos en la emulsión de heces observada sobre todo oscuro.  Si está finamente dividido y mezclado en las heces, dándoles un aspecto brillante procede del intestino delgado, a diferencia del moco en copos visibles, que tienen un origen más bajo y sobre todo en tiras o gleras, cuyo punto de partida está en el colon distal.  Su significación clínica es muy distinta si se presenta aisladamente como moco perlado, transparente, o si es opaco, mezclado con células epiteliales, sangre o pus: en el primer caso se trata de un catarro alérgico, puramente funcional o mixoneurosis ("colitis mucomembranosa"), y excepcionalmente, si es muy abundante, de un tumor vellos; mientras que en el segundo caso señala la existencia de un proceso inflamatorio, más o menos profundo (enteritis y colitis genuinas)
II. Caracteres químicos
1) Reacción. Corrientemente se examina con el simple papel tornasol o con el papel indicador Merck que señala el pH aproximado.  Las heces normales son neutras o ligeramente alcalinas, pero la reacción depende de múltiplos factores, dietéticos y endógenos, por lo que sus variaciones, tanto en la salud como en la enfermedad, son irregulares y de escaso valor clínico.
Presentan reacción ácida las heces de los enfermos con "dispepsia de fermentación", mientras que son alcalinas en las diarreas de petrufacción.  También suelen ser alcalinas las deposiciones en la insuficiencia gástrica descompensada ("diarreas gastrógenas").  En el esprue son, por lo general, de reacción ácida.
2) Prueba de fermentación de Strasburger. Las heces normales no muestran desprendimiento gaseoso, es decir, que la fermentación precoz y tardía resultan negativas.  El desprendimiento gaseoso precoz y marcado indica la presencia de hidratos de carbono solubles en las heces y demuestra su falta de aprovechamiento por el enfermo.  La fermentación tardía, siempre escasa, traduce la existencia de procesos de putrefacción.
3) Albúmina disuelta. Los restos albuminoideos pueden proceder de los alimentos o de exudados intestinales.  La llamada "albúmina soluble o disuelta", precipitable en la emulsión de heces mediante el sublimado -con lo que el líquido que sobrenada queda claro y transparente, en la prueba de Schmidt-Triboulet-, es siempre patológica y corresponde a proteínas desintegradas y de origen mural más o menos profundo, por lo que su hallazgo en el examen coprológico tiene un gran valor clínico, significando la existencia de un proceso inflamatorio o destructivo en la pared intestinal -enteritis, colitis, úlceras, neoplasias, etc.-, y la presencia de exudado, sangre o pus: signo de "organicidad".  El resultado negativo de la reacción de la albúmina disuelta no excluye la patogenia inflamatoria del cuadro.
4) Sangre oculta. El examen químico del pigmento hemático en las deposiciones (método de Weber, con la tintura de guayaco, de Adler, con la bendicina, o de Meyer, con la fenolftaleina), tiene interés en todos los casos en que se sospecha la existencia de hemorragias digestivas subclínicas, es decir, sin que se acusen visiblemente en forma de melena (1).
Las mismas causas capaces de dar lugar a melena pueden irrigar hemorragias ocultas, pero en especial las siguientes:
a) Tumores del tracto digestivo, sobre todo cáncer gástrico o de colon. (El derecto suele dar hemorragias aparentes).
b) Enteritis y colitis.
c) Ciertas diátesis hemorrágicas: púrpura de Henoch, hemofilia, escorbuto, etc.
d) Algunas parasitosis intestinales (anquilostoma, teniasis, etc).
e) En ocasiones, las cirrosis hepáticos.
f) Epistaxis posteriores, hemoptisis o hemorragias gingivales deglutidas.
Para practicar un examen de sangre oculta en heces es preciso previamente tener el enfermo durante tres días a dieta libre de carne, morcilla y otros productos que puedan contener hemoglobina, o un exceso de clorofila (vegetal verdes), así como suprimir toda medicación férrica, con nitritos, bismuto o cobre.  Conviene repetir la prueba varias veces en días distintos, tanto para cerciorarse de la negatividad como para comprobar, en su caso, el carácter crónico, iterativo de la hemorragia (típico del cáncer frente al ulcus).
5) Pigmentos biliares (reacción del sublimado).
Normalmente las heces contienen estercobilina y estercobilinógeno, que le dan su color normal.  En el examen coprológico de un sujeto sano no debe encontrarse biblirrubina ni biliverdina.
La presencia de estos productos se investiga por la reacción de Schmidt-Triboulet (sublimado-acético).  Según el color que se produce al mezclar una pequeña cantidad de deposición con el reactivo, pueden darse los siguientes resultados:
a) Sublimado rosa: normal.  Indica existencia de estercobilina.
b) Sublimado verde: Nos encontramos ante biliverdina (bilirrubina escasamente transformada); esto quiere decir que las heces tienen carácter intestinal alto, donde normalmente existe biliverdina.  Significa tránsito acelarado.
c) Sublimado blanco: Acolia. No hay pigmentos biliares en la luz intestinal, es decir, ictericia obstructiva (en las parenquimatosas es fácil que durante un breve periodo exista acolia, pero no es persistente y raramente total).
Podemos investigar también la bilirrubina (reacción de Grigaut).  Si se halla elevada (lo normal es que no exista) estamos ante una ictericia hemolítica.  El aumento discreto puede deberse también a tránsito acelerado.
6) Enzimas ("prueba de la gelatina").  Prácticamente sólo interesa, en algún caso, comprobar la presencia de tripsina.  Las heces normales, así como las deposiciones de los enfermos con celiaquia, licuan la gelatina, mientras que en las ausencias de tripsina, como en la insuficiencia pancreática exocrina (fibrosis quistita, obstrucción canalicular, carcinoma masivo, etc.) la gelatina queda intacta.  Un proceder muy sencillo consiste en aplicar una gota de la emulsión de heces, por espacio de media hora, sobre la gelatina de una película fotográfica o radiográfica, que queda "digerida" en aquel lugar si existe tripsina.
Sin embargo, es excepcional la falta absoluta de éste u otros fermentos, por lo que su determinación tiene escaso valor clínico y apenas se practica actualmente.
En la colitis ulcerosa se registra una proporción muy elevada de lisozima en las heces.
III. Restos alimenticios (principios inmediatos)
Una digestión deficiente en algunos de los tramos del tubo gastrointestinal, se acusa en el examen coprológico por la aparición de restos de alimentos ingeridos, siempre que el defecto no haya sido compensado en tramos inferiores.  Prácticamente sin embargo señala trastorno "anterior" al colon: gástrico, pancreático, de intestino delgado o linfomesenterial.
Un estudio riguroso, a fines de investigación, requiere la aplicación de métodos químicos, de balance, conociendo exactamente la proporción de principios inmediatos en la dieta y en las heces.  Pero para el uso clínico corriente basta la observación macroscópica de la emulsión de heces y el examen microscópico de las cuatro preparaciones clásicas: sin teñir, con lugor, con Sudán y con ácido acético.
En general, una aceleración global del tránsito gastrointestinal determina la presencia de restos groseros de los alimentos en las heces -lienteria- y la aparición en el examen microscópico de esteatorrea, creatorrea y amilorrea, aunque no exista un déficit enzimático primitivo.
1) Esteatorrea (grasa neutras y ácidos grasos).  La presencia de un exceso de grasa - esteatorrea- en las deposiciones obedece a uno o varios de los siguientes mecanismos: tránsito acelerado, déficit enzimático de su digestión, déficit de absorción o hipersecreción endógena.  Unas veces predomina la grasa neutra, sin desdoblar, y en otros casos los ácidos grasos y jabones.
La grasa se reconoce a veces ya macroscópicamente y en la emulsión de las heces por las gotas que flotan.  En la preparación microscópica, por la tinción con el Sudán III, el rojo escarlata o el ácido ósmico.  Los ácidos grasos aparecen generalmente en forma de agujas finas y alargadas.
Empleando el método de dosificación húmedo, los valores normales son los siguientes:
Grasa total ........................................  17,5
Grasa neutra ......................................   7,3
Ácidos grasos libres .............................5,6  por ciento de sustancia total seca
Ácidos grasos combinados
(Jabones) ...........................................   4,6
Empleado el método de Cammidge -seco- las cifras son superiores en un 30-50%, aproximadamente.
Se consideran patológicas las heces que contienen una cantidad total de grasa por encima del 25%, o bien cuando sus fracciones parciales están elevadas excesivamente.
Se hallan cifras elevadas en los siguientes procesos:
a) Diarrea grave, por acelerado tránsito intestinal, con la consiguiente defectuosa absorción.
b) En la fístula gastrocólica, por igual causa.
c) En el esprue, tanto en su forma tropical como en la idiopática o esprue "nostras".  Es en los adultos, junto con la insuficiencia pancreática y biliar, la causa más frecuente de esteatorrea.
d) En la enfermedad celíaca.  Esta es, en cambio, la más corriente en niños.
En estas dos últimas formas la esteatorrea es muy considerable, predominando en las heces los ácidos grasos y jabones (grasas desdobladas).
e) En afecciones pancreáticas que cursan con una baja en la secreción de lipasa (pancreatitis crónicas, tumores de páncreas, obstrucciones del conducto de Wirsung).
En estos casos, la esteatorrea, que también es muy copiosa, es casi exclusivamente de grasas neutras, a diferencia con el esprue.
f) En obstrucciones del conducto biliar (colédoco, hepático o de los conductillos intrahepáticos) existe también esteatorrea, con predominio de ácidos grasos libres y combinados, pero por aumentada secreción endógena de grasas, predominan a veces las grasas neutras.
g) En la lipodistrofia intestinal o enfermedad de Whipple, en la tabes mesaraica (tuberculosis de ganglios linfáticos intestinales), y en general en todos los procesos que cursan con obstrucción linfática intestinal: linfosarcoma, Hodgkin, leucemia, etc.
h) En la esteatorrea idiopática, posiblemente ligada a una hipersecreción intestinal de grasa.
En resumen, pues, podemos decir que una "esteatorrea de grasa neutra" habla en favor, sobre todo, de insuficiencia pancreática, mientras que la "esteatorrea de ácidos grasos" (aunque exista también cierta proporción de grasa neutra), excluida la insuficiencia biliar (acolia), corresponde, probablemente, a un trastorno de absorción esprueiforme.  Sin embargo, en las pancreopatías puede aparecer desdoblada la grasa gracias a las lipasas bacterianas del colon (FAHRLAENDER).
2) Creatorrea. El defecto de aprovachamiento de la carne se investiga en las heces por microscopia.  En los sujetos normales se encuentran unas pocas fibras musculares sueltas, apenas reconocibles como tales, pues no presentan ya estriación transversal y su forma es redondeada.
Existe creatorrea, es decir, restos de carne o de fibras musculares, sin atacar, en los siguientes casos:
a) En la insuficiencia gástrica con aquilia.  En este síndrome las fibras musculares que aparecen en las heces están todavía agrupadas en manojos y se observan típicamente abundantes restos de tejido conectivo intacto en forma e fieltros o fibras arborescentes.
b) En la insuficiencia pancreática (pancreatitis crónica, neoplasias, etc.).  Aquí, las fibras musculares están deshilachadas, sueltas, como trozos de caoba, pues por su buen estado de conservación presentan ángulos marcados, estriación transversal y núcleos tingibles, acusando un déficit de digestión tríptica.  No existe tejido conectivo, a no ser que se asocie una insuficiencia gástrica, en cuyo caso las fibras aparecen todavía agrupadas en haces por el conjuntivo intersticial inatacado.  A veces no existe creatorrea apreciable en la insuficiencia pancreática por la suplencia enzimática de los fermentos proteolíticos intestinales y bacterianos.
3) Amilorrea. Consiste en la presencia de restos de almidón sin digerir y células de patata en las heces que en la preparación teñida con lugol, aparecen de color azul.  Su examen tiene menos interés clínico que el de los demás principios inmediatos, pero sirve principalmente para atestiguar un defectuoso ataque de la celulosa en el ciego ligado a un tránsito acelerado a través del colon.
Aparece en los siguientes casos:
a) Ingestión excesiva de feculentos, con o sin defectos de insalivación y masticación.
b) Insuficiencia pancreática.  La coexistencia de esteatorrea y creatorrea en este síndrome global confirma el diagnóstico.  La amilorrea puede faltar en pancreopatías evidentes.
c) Dispepsia cecal de fermentación con hiperperistaltismo cólico.  La abundante flora iodófila y los caracteres macroscópicos de la deposición, así como la ausencia de esteatorrea y creatorrea, excluyen la insuficiencia pancreática.  Recuérdese que la supuesta "dispepsia de fermentación" es un síndrome de etiología múltiple.
d) En toda diarrea aguda con tránsito acelerado, desde tramos altos.
IV. Examen bacteriológico y parasitológico
1) El primero tiene por objeto comprobar la existencia de una "disbacteriosis" o desequilibrio en la flora habitual del intestino, o bien atestiguar la presencia de un germen anormal, específico de la enfermedad, cuyo diagnóstico clínico sospechamos.  Más frecuentemente todavía el examen bacteriológico de heces se practica a fines epidemiológicos, para despistar portadores de gérmenes entre los convalecientes y contagiados latentes.
La flora normal constituye un tercio del peso de las heces secas.  Predomina en el adulto el colibacilo, y en menor proporción el subtilis, clostridium butyricum, proteus, etc., destacando también la llamada "flora proteolígica", constituida sobre todo por los anaerobios putrificus y aerogenes capsulatus (bacilo de Welchii o de Fränkel de la gangrena gaseosa); en general, la flora dominante es "Gram negativa".  En el lactante, en cambio, es preferentemente "Gram positiva", descollando por su abundancia el Lactobacillus acidophilus y el biffidus.
En la recogida de muestras de heces debe evitarse la mezcla de orina, y una vez introducidas en recipientes limpios y estériles, enviarlas inmediatamente al laboratorio.
El examen bacteriológico puede hacerse por microscopia directa de la extensión teñida o bien por cultivo de heces, insustituible en general cuando se trata de aislar un germen específico.  Se utiliza ventajosamente un grumo de moco opaco por su mayor riqueza en gérmenes.
En las disbacteriosis ocurre una exagerada desproporción entre la flora "sacarolítica" iodófila -la del lactante- y la proteolítica, a favor de una u otra.  Sin embargo, hoy tiende a interpretarse este hallazgo más como efecto que como causa del proceso, y la verdadera disbacteriosis estribaria en la "degeneración del colíbacilo" con aparición de formas atípicas. p-colibacilos, incapaces de inhibir los anaerobios y, en cierto grado, la flora patógena en general.  Para comprabar el estado de los colibacilos se recomienda el método del "índice coli" del NISSLE, o sea la observación de la actividad inhibente que posean los colibacilos de las heces sobre el desarrollo de las colonias Eberth en cultivos mixtos.
En cuanto a gérmenes específicos, puede interesar especialmente la búsqueda del bacilo de Koch en las supuestas localizaciones intestinales de la enfermedad, pero téngase en cuenta la posibilidad de autocontaminación por bacilos deglutidos con los esputos en los tuberculosos pulmonares, por lo que sólo tiene  valor su hallazgo si ha podido descartarse aquel origen y si coincide con signos clínicos y locales manifiestos.
El vibrión colérico y otros gérmenes pueden reconocerse a veces directamente, pero en general, y sobre todo en las salmonelosis, deberá recurrirse sistemáticamente al cultivo de medios apropiados (Endo, etc.).  La comprobación de un gran número de bacilos de Boas-Oppler es frecuente en los casos de cáncer gástrico, lo que tiene un cierto interés diagnóstico.
2) Entre los protozoos destacan, por su relativa frecuencia de observación en heces humanas, las amebas, los flagelados del tipo de las lamblias, Trichomonas y Chilomastix, y los ciliados, como el Balantidium coli.  Pueden aparecer las formas activas o sus quistes, que no deben confundirse con las levaduras existentes normalmente en toda deposición.  Es discutible la capacidad patógena de cualquiera de los protozoos señalados, y antes de admitir la importancia etiológica de tal hallazgo en las heces deben excluirse otras causas del cuadro, y sólo serán inculpados aquellos si además su presencia es abundante.
La ameba patógena -Entamoeba histolytica- se distingue de las saprofitas por su gran motilidad con seudópodos visibles, los hematíes fagocitados y los cuatro núcleos de sus quistes.  Es mejor, en los casos sospechosos de disentería amebiana, buscarla en el frotis de la mucosa rectal.
3) El diagnóstico de las helmintiasis intestinales se basa en el hallazgo del parásito o de sus huevos en las heces.  Para facilitar la búsqueda de estos últimos se recurre a los métodos de enriquecimiento o concentració de las heces.
Las tenias pueden reconocerse por la aparición macrosópica de sus anillos -proglotis- o mediante el examen microscópico de sus huevos.  La cabeza o escólex tiene, además de cuatro ventosas, una corona de ganchos en la especie solium, a diferencia de la saginata, que sólo posee las ventosas.  Los huevos de ambas son redondos, de color pardo, y recubiertos por una cáscara radiada.
Los huevos de áscaris son ovalados, también de color pardo, y están incluidos en un caparazón rugoso como una nuez y doble membrana.
En la oxiuriasis, tan banal, no se comprueban a menudo huevos de parásitos, a no ser que se busquen por raspado con espátula, en los márgenes del ano.  Son ovalados, incoloros y muestran un doble contorno limitante.
Las larvas de triquina rara vez son demostrables en las heces, excepto en la fase de enteritis y tras administrar un purgante salino.  Es mejor recurrir a la biopsia muscular o incluso a la comprobación de los embriones en la sangre.
El anquilostoma presenta unos huevos ovales y transparentes que dejan ver al embrión enrollado.  En la esquistosomiasis mansoni, se observan huevos ovalados con espina lateral y embrión apreciable en su interior; se recogen mejor por biopsia de la mucosa rectal que en las heces.
4) Excepcionalmente, en las miasis de localización digestiva pueden aparecer larvas de mosca en las deposiciones.  Naturalmente, sólo tienen valor los hallazgos en heces recién emitidas, directamente examinadas, para evitar la contaminación externa.
5) En cuanto a los hongos, existen casos de moniliasis intestinal (Candida albicans, del muguet), en especial en enfermos tratados largamente con antibióticos, que pueden reconocerse por la presencia de este hongo en las deposiciones.  Sin embargo, hay que ser muy exigente antes de admitir la relación etiológica entre el cuadro clínico y el hallazgo de la monilia.
V. Estercograma en los distintos síndromes digestivos
1) Tránsito global ultrarrápido.  Diarrea verde.  Lienteria y microscópicamente grasas, fibras musculares y almidón sin digerir.  Sublimado verde.
2) Insuficiencia gástrica. Heces pastosas o líquidas ("diarrea gastrógena") si está descompensada, de color pardo y alcalinas.  Tejido conjuntivo, abundante, en fieltros y fibras arborescentes que constituyen el dato más característico.  Fibras musculares en manojos y a veces trozos groseros de carne.  Grumos de almidón y células de patata.
3) Insuficiencia biliar. Heces acólicas arcillosas, blancogrisáceas en la obstrucción total, con sublimado blanco; hipocoloreadas si es parcial.  Esteatorrea con abundantes ácidos grasos y jabones, y escasa grasa neutra.
4) Insuficiencia pancreática.  Deposición voluminosa, maloliente y de color amarillento brillante, con reacción alcalina habitualmente.  Creatorrea, en forma de fibras musculares sueltas bien conservadas, con estriación, angulosas y nucleadas; no se observa tejido conectivo, a no ser que coexista una insuficiencia gástrica.  Esteatorrea en forma de gotas de grasa neutra. Amilorrea, menos aparente, representada por granos de almidón.
5) Trastornos de absorción (sprue, celiaquia).  Heces muy voluminosas, de aspecto cremoso y de color ocre o como mantequilla, con superficie brillante y con burbujas.  Esteatorrea a base, sobre todo, de ácidos grasos y jabones.  No existe, por lo general, creatorrea y apenas almidón.
6) Dispepsia de fermentación.  Heces pastosas, en torta, amarillentas, espumosas y de olor rancio, con reacción ácida y abundante fermentación en la prueba de Strasburger.  Abundante almidón sin digerir, flora iodófila y clostridias.
7) Heces de putrefacción (etiología diversa).  Color oscuro, aspecto líquido o pastoso, olor fétido y reacción alcalina.
8) Enteropatías alérgicas.  Abundante moco transparente.  Cristales de Charcot-Leyden. Eosinófilos.
9) Enteropatías inflamatorias.  Moco opaco en cantidad, con sangre o pus frecuentemente.  Albúmina disuelta.  A menudo heces de putrefacción.  Células epiteliales abundantes, y gérmenes.


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